martes, 10 de marzo de 2015

Discurso Ceremonia de Egresados por la periodista Marcela Turati

Discurso Ceremonia de Egresados Ibero Otoño 2014
28 de febrero de 2015
Por Marcela Turati, Oradora Invitada

Gracias. Es un honor para mí estar aquí con ustedes el día de su graduación, en la Ibero, mi querida universidad y una de las mejores decisiones que tomé en mi vida.
Abandoné Chihuahua y me vine al DF pensando que si quería estudiar la carrera de Comunicación debía de estar cerca de los grandes medios; y como salí de escuela de monjas me pareció bien hacerlo en una universidad jesuita.

Confieso que la mitad de la carrera tardé en adaptarme a la ciudad, a la diversidad, a este mundo tan distinto. Hablé muy poco en clase. De hecho, pedía a los profesores que no me preguntaran; era tímida y como notarán sigo siéndolo. Eran los primeros años del alzamiento zapatista, los ideales estaban en efervescencia, muchos sentíamos que un nuevo México estaba surgiendo.

Conduje un programa en Radio Ibero donde tratábamos los problemas del pueblo de Santa Fe, del que hoy casi nadie se acuerda, viajé a comunidades donde la gente tenía hambre,  gracias a las Misiones pude hacerlo,  y escribí en La Buhardilla, el célebre periódico escolar, donde publicábamos notas que nos trajeron no pocos regaños de rectoría.

El último semestre me volé las clases, pues pedí que me permitieran hacer mi servicio social en comunidades campesinas donde los jóvenes quería aprender radio, y el trato es que estudiaría a distancia y aplicaría mis clases a las necesidades de esos campesinos. El experimento estuvo a punto de fracasar, uno de mis maestros quiso reprobarme por mi inasistencia y yo por poco no iba a graduarme.

En estos pasillos, en estas aulas, me enamoré del periodismo. La Ibero me abrió ese mundo, me dio contactos para ejercerlo, pero, sobre todo, reforzó mi sensibilidad hacia lo social.


Cuando egresé no tenía claro a qué me iba a dedicar. Pero confié en mi intuición  y fui siguiendo su llamado. Con el tiempo estaba claro que a través del periodismo intentaría hacer de este un mundo menos injusto y menos inhumano. Lo elegí como mi trinchera desde donde creía que podía aportar mi granito para cambiar el mundo, así fuera informando sobre comunidades donde la gente pasa hambre, escribiendo sobre mineros o petroleros explotados, entrevistando a adolescentes en riesgo, acompañando marchas,  reporteando sobre niños y niñas huérfanos por la violencia, denunciando oficinas de gobierno donde se roban el dinero destinado a los más pobres.

Hoy les toca a ustedes este reto. Ustedes están por graduarse y comenzar de nuevo. En delante ya no hay calificaciones ni ensayos. Saldrán a aplicar lo que aprendieron, a trabajar, a hacerse de un prestigio, a labrar una vida, a buscar la felicidad, a seguir sus propios llamados, a intentar convertirse en sí mismos.

El momento es difícil.  Vivimos una época de crisis, y en medio de una emergencia nacional. Las noticias que he tenido que dar los últimos años contienen un dolor profundo que pocos quieren ver: miles de personas muertas en vida, cargadas de dolor, porque les asesinaron o les desaparecieron a un ser querido y que no tendrán descanso si no obtienen justicia; miles de niños huérfanos que mastican pesadillas y de viudas jóvenes dopadas para no sentir el dolor, pueblos fantasmas de los que todos salieron en estampida para huir de la violencia, miles de jóvenes para los que no hubo un lugar en la sociedad y que sólo tienen cabida en los grupos de delincuencia o en los panteones. Todos sufren. Víctimas y victimarios.

Me tocó cubrir noticias que nunca imaginé dar. Entre las más duras estuvo el hallazgo de unas fosas en Tamaulipas. Había muchas familias queriendo acercarse a ver si entre esos cuerpos estaba el de su familiar desaparecido. Una mujer cuando se enteró que había una reportera presente me dijo: “Periodistas, ¿ya para qué vienen? Dijimos muchas veces que en estas carreteras desaparecía gente pero nadie nos hizo caso. Parecía que hablábamos desde abajo del mar”.
Desde abajo del mar. La frase todavía me cala.
Millones de mexicanos parece que hablan desde abajo del mar. Nadie escucha.
A Ustedes, por ser privilegiados, por haber tenido la oportunidad de pasar por la universidad, y precisamente por esta universidad, les toca abrir puertas donde quepamos todos, ensanchar los pasillos, crear nueva arquitectura social. Lograr que todos sean escuchados.

La situación del país no está para comprometernos dando un like, un retuit o acudiendo a una marcha. Requiere hacer de la inclusión una forma de vida, no ceder a la transa y a la corrupción, no rendirnos a la ideología del dinero, no trabajar para tener éxito, pues el éxito llega cuando nos dedicamos a cambiar las cosas.

Verán que la vida no es una competencia para ver quién llega primero. Es convertirnos en luz que abre caminos.  Es mantener el corazón bien plantado sobre sus raíces, para no permitir que se nos vaya haciendo de piedra; mantener frescas las raíces, con sus vasos comunicantes. Es dejar de ser islas para convertirnos en archipiélagos.

Es tomar decisiones con el corazón bien informado para construir otro mundo posible, teniendo bien plantados los valores que aprendimos.
Es un esfuerzo permanente para ir a contracorriente de la comodidad, para no permitir que la universidad sea el último momento de nuestra vida en el que tuvimos contacto con otras realidades. En delante no tendrán materias que los sitúen en el campo. Todo está diseñado para que nos encerremos en nuestras casas y coloquemos rejas y grandes bardas, para que nos aislemos en condominios equipados como mini-ciudades que te ahorran la molestia de salir a la calle. Hay que tener cuidado porque la únicas personas que conozcan en delante serán de su círculo social o, a lo mucho, de su empresa.

No podemos perdernos la realidad. Perderemos de la oportunidad de estar con otros, de ser también para otros, de ser en colectivo, de pasar al nosotros. Requerimos ir a contracorriente, haciendo el camino a pie, estableciendo puentes, arropándonos con otros en las mismas fogatas.

Que este título que van a recibir no sea una acreditación de que aprendieron un oficio, sino que los acredite como ciudadanos. Más que pensar soy arquitecta, ingeniero, diseñador, politólogo, economista,  hay que  pensar soy ciudadano. Eso es difícil, si lo hacen serán criticados.

Lo hemos vivido yo y otras colegas periodistas desde que comenzamos a salir a las calles a marchar contra los asesinatos de colegas, para exigir que dejen de silenciar la verdad que incomoda, para defender el derecho de la gente a estar informada porque sabemos que donde se instala el silencio gana la muerte.


Nos dicen que perdimos la objetividad del periodista por no mantenernos en silencio.  
Eso es lo que espera de nosotros el sistema. Nuestro silencio. Que estemos domesticados. Que aprendamos la impotencia. Que creamos que nada se puede cambiar, que las cosas son y serán siempre así.

Cada quien desde el oficio que eligió, sea éste que aparece en su título u otro que les ponga la vida, debe poner en juego todo su ser, su  creatividad, sus pasiones, su voluntad, su decisión, su corazón para buscarle las grietas al sistema, para impactarlo, para abrir puertas a otros, para hacer cambios.

Hacer nuevos intentos de formar comunidades como la del Yosoy132, nacida aquí, contra las mentiras establecidas. Ese movimiento que a todos los que somos comunidad Ibero nos hizo sentirnos tan orgullosos, nos hicieron soñar en que el cambio es posible. Gracias a quienes de ustedes dieron vida a esa esperanza.
Ahora que se gradúan no olviden estos sueños, agárrense de ellos, escóndanlos cuando sea necesario, para que no se los roben.


Necesitamos soñar en que podemos construir el México sin violencia que necesitamos. Ser conscientes de que no podemos blindarnos ni sustraernos, porque Todos compartimos el mismo suelo y si se sigue desmoronando todos terminaremos cayendo al vacío. Nuestra felicidad está también en juego.

Es momento de tener un corazón bien informado, y estar bien enraizados, pies, corazón, alma, mente, voluntad, manos, amores, amares, raíces bien puestas, raíces enlazadas con otras, para construir ese paisaje soñado donde quepamos todos.
Muchas felicidades.




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