lunes, 27 de marzo de 2017

Ceremonia de Egresados TSU

Alberto Irezabal
Orador Invitado
Discurso Ceremonia de Egresados TSU Ibero
24 de marzo 2017

Estimado Vicerrector, miembros del presídium, familiares y egresados que hoy reciben su título. Para mí es un honor y me emociona acompañarlos en esta ceremonia.

Hoy celebramos muchas cosas, los celebramos a ustedes como egresados de esta universidad, que en un proceso de desarrollo personal tuvieron la dedicación para afrontar los diversos retos que supuso todo este proceso formativo…. y que muchas veces va más allá del salón de clases, como lo es encontrar el equilibrio para trabajar, estar con la familia, venir a clase por las noches y los sábados. No es fácil tener tantas responsabilidades, pero es parte de este mundo global hiperconectado en el que vivimos, así que, ¡Muchas felicidades!

También celebramos y en especial agradecemos a las familias, quienes muchas veces y de diferentes formas nos apoyaron  durante este proceso. A todos ustedes gracias…

Y por último celebramos a la Ibero, ya que como organización avanzamos a través de ustedes en cumplir el objetivo de contar con personas, que como establece la filosofía de la formación ignaciana, no sean los mejores del mundo, sino los mejores para el mundo.

 Y hoy más que nunca los necesitamos:

Nuestra sociedad vive un contexto de profunda desigualdad y exclusión, en donde la brecha entre los pocos privilegiados y aquellos en condiciones de vulnerabilidad y pobreza va en aumento. Esta situación, en donde de acuerdo a Oxfam, el 1% de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta, lo cual contribuye a provocar los terribles índices de violencia, inseguridad, corrupción e impunidad, que está generando esta ruptura del tejido social en nuestra sociedad.  Es una crisis que está permeando en nuestro sistema político, en las empresas, que priorizan el capital en vez de a la persona, y en nuestra casa, el planeta tierra, el cual se enfrenta a una presión nunca antes vista en términos ecológicos y que hoy constatamos a través del cambio climático.


México es el ejemplo más claro de esto. Se percibe todos los días en esta ciudad y no hace falta más que escuchar las noticias para percatarse de esto. Yo soy testigo de ello, por mi experiencia de trabajo en la selva norte de Chiapas con comunidades indígenas tseltales, productoras de café, veo como el simple hecho de tomarse una taza de café puede generar tanta exclusión y pobreza a miles de kilómetros del lugar donde la disfrutas. Es parte de un sistema deshumanizado que cree que se consigue mayor eficiencia dentro de procesos que no cuenten con empatía humana…

¿Y qué hacemos ante esta realidad? Esta realidad que parece imposible de cambiar, que como canta Mercedes Sosa, “es un monstruo grande y pisa fuerte.” Que muchas veces preferimos cerrar los ojos y dejar que pase…

El papa Francisco, en su encíclica Laudato Si, describe bien esta situación de crisis, pero también nos dice que la humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Que no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse.

Y como dijo el filósofo Nietzche, “el que tiene un para qué, siempre encuentra el cómo…”

Yo creo profundamente que el cambio que necesitamos está aquí mismo, en esta sala: es tarea nuestra definir claramente nuestro para qué. Sin conocerlos personalmente, pero conociendo bien a la IBERO, me atrevo a pedírselos: pongamos nuestro “para qué” al servicio de las personas, de nuestro planeta.

Hagámoslo a través de nuestra profesión. No tenemos que ir necesariamente a las fronteras para poder hacer la diferencia. Como lo dice nuestro rector, el padre David Fernández, pongamos la ciencia al servicio de la justicia. Hagamos de este privilegio, que es haber estudiado en una universidad como la Ibero, un compromiso que empieza con nuestras familias y amigos, pero que en especial termina al servicio de aquellos que no han gozado de nuestras posibilidades, un compromiso con aquellos más vulnerables.

Hagámoslo a través de empresas que subordinan el capital al bienestar de las personas al mismo tiempo que generar un servicio y gestión de excelencia.

A través de diseños mecánicos eficientes y eficaces, pero también incluyentes y accesibles.

A través de software para todos, abierto y conectando lo que hoy en día nos cuesta conectar en persona.

A través de una producción gráfica que siempre busca la verdad, tanto en la estética como en el mensaje: socializar el saber es democratizar el poder.

Hay una última cosa que celebramos y quería dejar para el final: hoy celebramos la esperanza que representan para nuestra sociedad y nuestro país. No sólo salen con la preparación técnica, sino que salen con la formación humana para ser parte del cambio.

Revertir la situación actual no va a ser sencillo pero tampoco estamos solos, la comunidad Ibero es muy grande, somos profesionistas, académicos, estudiantes y ahora ustedes pasan a representar una nueva generación de esperanza.

Esta semana, Ricardo Harte, un buena amigo académico de esta universidad me dijo que no existen egresados de la Ibero, porque cuando sales de la universidad, la Ibero nunca se queda atrás… siempre viene contigo.

Disfruten mucho de este día, representa lo que son, lo que somos como comunidad pero en especial, representa lo que queremos ser.

Gracias


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