viernes, 6 de octubre de 2017

Discurso Rector Mtro. David Fernández Dávalos, Ceremonia de Egresados

Palabras del Mtro. David Fernández Dávalos, S.J. Rector de la Universidad Iberoamericana
Ceremonia de Egresados de Licenciatura
30 de septiembre de 2017

GRADUACIÓN LICENCIATURA
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO


Distinguidos miembros de la mesa de honor;
Queridas alumnas y alumnos que hoy celebran la conclusión de sus estudios;
Amigas y amigos todos:


En un marco difícil en nuestro país, marcado por la pesadumbre, pero también por la solidaridad de millones de compatriotas, nuestra universidad vive hoy un ambiente de fiesta porque ustedes han concluido sus estudios y ya se van. Los felicito muy cordialmente por este logro suyo, pero también de sus familias y de sus maestros y maestras.

Además de ser éste un momento de festejo, la ocasión de su graduación es también propicia para el agradecimiento. Alegría y gratitud se encuentran unidas ahora. Ambos son elementos esenciales en la vida de los seres humanos. Y ustedes, que hoy finalizan sus estudios de licenciatura o posgrado, festejan y disfrutan con los suyos, parientes y amigos, la cosecha de una siembra de varios años, no exenta de dificultades y sinsabores; reconocen y agradecen los beneficios recibidos de sus padres, amigos, amigas y compañeros; de sus profesores y profesoras y, en ellos, de la Universidad Iberoamericana en su conjunto.

Es una experiencia reconfortante compartir con ustedes estos momentos en que celebran –celebramos-, el término de una etapa en un tono de reconocimiento y gratitud, de estímulo, alegría, renovación, esperanza... Les agradezco esta oportunidad de dirigirme por última vez a ustedes, y les agradezco también su preferencia al haber optado por la Ibero para hacer sus estudios. Porque cuando eligieron los servicios que ofrece nuestra universidad, nos dieron un voto de confianza. Nuestra respuesta está en marcha y ustedes son nuestros mejores resultados.

Finalmente, ¿qué hemos querido inculcarles a su paso por nuestra Universidad?

En primer lugar, una inmensa fe en el ser humano, basados más en lo que este ser humano está llamado a ser, que en lo que ahora es o en la gloria de sus propias obras.


En segundo lugar, hemos querido inculcarles la fuerza de voluntad necesaria para no ser sólo espectadores de la historia, sino actores transformadores de esta creación de Dios, aún no concluida, en la que los hombres y mujeres secundamos su acción.

En tercer lugar quisimos trasmitirles la vivencia de los más profundos valores, cuyo origen es el único supremo valor del Amor de Dios experimentado y vivido que se encarna y expresa día a día en el amor humano. La educación en valores tales como el respeto, la tolerancia, la justicia, la equidad, la participación, la rectitud, la solidaridad, hemos querido que pasara por la cabeza, el corazón y las manos –como dice el P. Kolvenbach- para que ustedes piensen y entiendan, sientan y quieran, actúen y construyan en la transformación del mundo y en su desarrollo como personas.

¡Quién sabe si esto que hemos pretendido se ha logrado en ustedes! Nosotros hemos hecho nuestra parte, el turno ahora es de ustedes.

Sean lo que tienen que ser: profesionales capaces, pero también seres humanos generosos, compasivos, sagaces, siempre fraternos, abiertos a los demás, a sus necesidades y aspiraciones.

Contribuyan con su saber y su querer a la urgente transformación que nuestro país necesita. Empujen los dinamismos que nos conducen hacia la superación de la pobreza, a la creación y distribución de la riqueza, a la participación democrática de los ciudadanos todos, al logro de una sociedad bien informada y libre. Si lo hacen de esta manera, seguiremos encontrándonos en el camino de la edificación de la sociedad más humana y fraterna, tal cual Dios la quiere.

Por favor, continúense formando a lo largo de la vida. Mucho de lo hecho no tendrá razón de ser si ustedes se estancan o creen que ya lo saben todo de su profesión y de la vida. Además, aprovechen su creatividad y capacidad para, como profesionales, aporten alguna reflexión pertinente, oportuna, que nos ayude como sociedad.

Sigamos vinculados: nosotros como su alma mater, ustedes como nuestros exalumnos organizados e involucrados en la marcha de su Universidad.

Lleven siempre en su mente y corazón a los pobres y excluidos de la sociedad: no como objeto de su caridad, sino como sujetos libres, capaces, actores de pleno derecho en la búsqueda de sus reivindicaciones más elementales. Háganles un espacio en su reflexión profesional, ábranles paso en la historia, quiéranlos como se quiere a otro ser humano igual a cada uno de ustedes.

No olviden la presencia de Dios en sus vidas. Porque es la razón última de que estemos aquí, vivos, preñados de esperanza. Por la mañana, sepan ser agradecidos, y por la tarde, entréguense confiados en sus brazos. Y durante el día, sean las manos, las piernas y los brazos que Dios necesita para actuar en esta tierra.

Y, por último, recuerden siempre que

No tienen dueño los caminos
que llevan hacia el infinito;

Que existe siempre un encuentro posible,
Un silencio de frutas y flores,
Para ser acogido.

Que, como dice Roseana Murray,

Tal vez el asombro
De todo descubrimiento
Y los gestos más sencillos,
El pan repartido,
El dolor compartido,
La mano en el rostro del otro,
Son la sonrisa invisible de Dios.


Muchas felicidades.




México, D. F., a 30 de septiembre de 2017

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